martes, 22 de febrero de 2011

UN CORTE DE VERANO

Tengo tres hermanos que siempre llevan el cabello bien cortito con una precisión militar. El mayor siempre lleva los costados afeitados y acostumbra dejarse un copete. Los otros dos son gemelos y a ellos siempre los he envidiado. Uno de ellos se afeita la cabeza diariamente pero se deja una barba o lo que es mas bien una sombra de bellos en el rostro. Siempre usa gorras y viste como pandillero aunque a veces parece mas bien un reggaetonero. El es rubio al igual que yo, mientras que nuestros hermanos tienen pelo castaño. Bueno pues, al segundo gemelo nunca le ha pesado experimentar con su cabellera. Cuando era joven llevaba la cabeza rapada como los demás, de hecho, nuestros padres siempre nos pelaban a todos por parejo para economizar. Según ellos era mas sencillo y necesitaba menos cuidado. Una ves al mes nos sentaban en la cocina nos echaban una sabana encima y nos metían la maquila. Yo siempre lloraba incontrolablemente, mientras que los demás esperaban ansiosamente la rapada del mes. En cuanto íbamos creciendo nos comenzaron a dar mas y mas libertad, mandando nos a la peluquerías y dejando nos hacer con nuestro pelo lo que quisiéramos.

Al gemelo que le gustaba experimentar con su pelo, lo ha llevado con cresta, con flequillo, en mohicano, y hasta se lo ha dejado crecer largo hasta el hombro. Al cansarse de traer una melena larga se encerró en el baño y se metió la maquina el mismo. Como compartíamos la misma recamara me toco oír cada tijerazo que se metía, y hasta sentir las vibraciones de la maquina. Me sentía poseído por una sensación extraña al pensar que la cabellera largo de mi hermano esta cayendo tupidamente al suelo. Al acabar esta escena salio del baño con una gorra puesto y sin decir nada. Entre yo nerviosamente no mas que para ver el montón de pelo tirado en la basura. Desde entonces siempre ha llevado el cabello corto, con varias variaciones, pero siempre cortito.



Ahora los tres están bien peladitos y yo me he dejado crecer una cabellera envidiable. Mi pelo rubio medio ondulado es la envidia de mis amigas, a las que les encanta cepillarlo y trenzarlo. Mis amigos me dicen que me parezco a Samson porque siempre me preocupo por la apariencia de mi cabello. Mis hermanos siempre me dicen que soy un greñudo, y me amenazan diciéndome que me van a cortar el mechero o que me van a llevar con el peluquero. Y aun peor me recuerdan de los horrorosos cortes que nos hacían en la cocina.



Esta mañana me bañe, me vestí, y me hice una cola de caballo. Estaba listo para salir con mis amigos. Habíamos planeado un partido de futbol por la tarde y yo estaba preparado para un día de diversión.

Pero no fue así. Antes de salir, me encontré con uno de mis hermanos, el mayor, que estaba por salir. Me dijo que iba a la peluquería para hacerse un corte y me pregunto si quería que me dejara de pasada en la casa de mi amigo Mauricio. Le dije yo que se lo agradecería porque ha estado haciendo demasiado calor y yo no tengo automóvil, de hecho, ni tengo la edad necesaria para conducir en los Estados Unidos. Tengo quince anos y cumpliré los diez y seis en pocas semanas. Bueno pues, salimos de la casa montamos al caro y ya se imaginan lo que estaba por suceder.



En ves de llevar me a la casa de Mau me llevo a la peluquería de nuestro vecino Sebastian. El y mi hermano son de la edad, fueron compañeros de escuela, y siempre se han llevado bien. Al llegar no hice demasiado escándalo porque pensé que al acabar con su corte de pelo iba a llevarme a donde habíamos quedado. Como no había nadie en la peluquería, mi hermano se sentó en la silla y le dijo a Sebastian que quería que se lo cortara a lo militar, al uno por arriba y afeitado por los costados. Procedió el peluquero a poner le la capa y a raparlo como se lo había pedido.



En vez de platicar entre ellos tomaron la oportunidad para hacer me preguntas sobre mi cabello. Como no acostumbro hablar con tipos como Sebastian me sorprendió que fuera tan platicador. Me pregunto por que me lo había dejado crecer tanto, y que porque lo traía en una cola de caballo, y que si no me canso de cuidarlo tanto. Yo le conteste tranquilamente sin pensar que sus preguntas estuvieran cargadas con una pasión fetichista.



Al terminar con el corte de mi hermano me pedio que tomara asiento en el sillón. Quería cortar me las puntas, y como tenia meses de no cortármelo pensé que no seria mala idea. Me pare de la banca en donde estaba sentado y me acerqué a la silla. Viéndome al espejo camine asea la silla y me senté en la silla que aun estaba callantada por el calor corporal de mi hermano. Me ato la capa y tomo unas tijeras para cortarme el elástico con el que tenia recogido mi cabello. Con un tijerazo se desato la cola dejando caer una cascada de cabello rubio, ondulado, y reluciente en la luz del día que entraba ferozmente por la venta. El peluquero tomo un sepillo y empezó a cepillarlo, no porque le hacia falta pero porque se le antojaba. Que le iba decir? No me convenía desquiciar el hombre al quien le estaba confiando mi cabellera tan querida. Después de minutos de silencio mi hermano abrió la bocota para decirme que me convenía un buen cambio de “look”. Sebastian estaba de acuerdo. Y yo sentadito como borrego. Hablaron entre ellos extrañamente, me hechizaron con su platica encantadora hablando de números y medidas, de formulas y de fracciones, me sentía poseído por un deseo de entregarme por completo a la citación y dejar que hicieran lo que se les antojara.



Con la tijera en mano Sebastian se me acerco, cojillo mechón tras mechón cortando toda la greña que se le pusiera en frente. El greñero caía al suelo como plumas que había abandonado una ave a medio vuelo. Después de haber podado esta mata quede trasquilado en ves de parecerme a Samson me parecía a Medusa. Para remediar este problema, Sebastian tomo la maquina y me la paso al dos. Pasada por pasada veía caer los últimos rasgos de cabello que me quedaban. El sonido tan bruto de la maquina me recordaba del escalofrío que sentí al presentir la rapada de mi hermano (el gemelo). Al terminar de recortarlo con la navaja, me desato la capa y la sacudió en frente de mi mostrándome la cabellera que se había acumulado en el piso. Me paso un cepillo para quitarme los pelitos que habían quedado pegaditos en mi cara. Me pare y se me hacia difícil no pisar en la carpeta acojinada de mi cabello rubio que quedo en el suelo. Me puse mi gorra y al ver me reflejado en el espejo me parecía mas bien a mi hermano (el rubio.) Me sentí una ves mas como uno de ellos, y pensé que no seria mala idea continuar con un corte rapado por un buen tiempo....por lo menos hasta el fin del verano.

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